Criar entre kilómetros
Criar hijos con un papá camionero es un desafío diario. Esta es una parte de nuestra historia, una de tantas que vivimos entre rutas, llamadas y abrazos que esperan.
Tengo dos hijos, uno de 9 y una de 2 años…
Cuando mi esposo decidió dedicarse a lo que siempre soñó —manejar un camión—, yo lo apoyé sin dudarlo.
Hablamos de todos los sacrificios que debíamos hacer, de las cosas buenas y de las no tanto.
Pero, ¿qué pasa cuando hay hijos de por medio?
Criarlos mientras su papá pasa la mayor parte del tiempo en la ruta no es fácil. Su ausencia física pesa, pero tratamos de que su presencia se sienta igual.
A veces logramos hacer una videollamada (cuando para a descansar). Muchas veces, si hay buena señal en la ruta, nos ponemos en alta voz y hablamos todos juntos. Tratamos de hacer un resumen del día antes de perder la conexión… Uno siempre busca la forma y el tiempo… pero a veces no hay forma, no hay tiempo. Los niños, el trabajo, el cansancio, los imprevistos… lo que sea. Y pasan días sin poder cruzar más que un mensaje: “Estoy bien. ¿Y vos? ¿Y los chicos?”
Uno cree que con el paso del tiempo los chicos se acostumbran, pero no. Los chicos crecen y preguntan más:
“¿Por qué papá se va tantos días?”
“¿Por qué no puede venir hoy?”
“¿Papá, por qué solo se puede quedar a comer?”
O simplemente los ves llorar porque no quieren que papá salga a trabajar...
Para él tampoco ha sido fácil, sobre todo después del nacimiento de la más chica. Con el mayor pudo disfrutar sus primeros dos años. Pero con ella, luego de salir de neo, se tuvo que subir al camión y prácticamente estuvo viajando dos meses seguidos…
No solo hay que mantener a los chicos en contacto con su papá, también hay que encontrar el momento para la comunicación entre nosotros, como pareja.
Hay que buscar un equilibrio entre la maternidad y la relación, a pesar de la distancia y el caos.
No es fácil tener un esposo arriba de un camión 24/7… sobre todo en este país, donde las rutas no están en buen estado (Argentina).
Me ha tocado mantener la calma delante de los niños cuando él tenía algún imprevisto. A veces ellos se daban cuenta de que yo estaba hablando con papá y algo no andaba bien. Me tocó buscar a alguien que los cuidara para poder ir a socorrerlo porque le había pasado algo grave. Estar del otro lado del teléfono durante la madrugada para hacerle compañía, para que no se duerma… porque sí, los jefes creen que ellos no necesitan descansar.
Me ha tocado pasar por muchas situaciones, y aun así, mantener la calma delante de los niños…
Tener hijos y un esposo camionero no es fácil, pero tampoco es imposible. Como todo en la vida, tiene sus pros y sus contras.
Criar entre kilómetros duele… pero también nos ha hecho fuertes.
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