Cuando el caos se vuelve más caótico
El regreso de papá a veces se vuelve más caótico.
Tengo hijos. Con eso ya debería bastar para entender que mis días nunca salen como los planeo. Pero además tengo un esposo camionero, que pasa días, a veces semanas, lejos de casa. Y cuando vuelve…el caos que ya tenía, ese que más o menos conocía y hasta había aprendido a manejar, se transforma. Porque vuelve él… y todo cambia.
Mi hija de dos años, que normalmente es una tormenta con piernas, se convierte en un ángel. Lo mira como si fuera su héroe, su juguete favorito, su todo. Y es hermosa esa transformación, claro que sí. Pero también es desconcertante. Porque yo, que estuve remando los días difíciles, soy la misma… pero no parezco tener el mismo efecto.
Mi hijo de nueve, en cambio, es otro tema. Él, que suele ser más tranquilo cuando estamos solos, se descontrola un poco cuando papá vuelve. Contesta, se pone de mal humor, parece celoso. Y no lo culpo. Supongo que su forma de adaptarse a los cambios es esa. Pero es duro de ver. Duro de contener.
Y yo estoy en el medio. Repartiéndome entre la alegría de que volvamos a ser todos, la frustración de que todo mi esfuerzo se desordene en segundos, y la tarea imposible de que nadie se sienta desplazado.
Mi esposo llega con ganas de ayudar. Quiere ponerse al día con los chicos, con lo que se perdió. Quiere participar, estar, dar una mano. Pero ellos están tan acostumbrados a que sea mamá la que resuelve todo, que a veces no se dejan ayudar por él. Y eso es frustrante tanto para mí como para el …Y él también quiere tiempo para él. Para relajarse, para ocuparse de sus cosas, para no estar corriendo. Pero en esta casa los horarios no se detienen, las rutinas no se frenan… y volver a entrar en ese ritmo no siempre es fácil.
No me quejo. Sé que él también hace un esfuerzo enorme. Pero cuesta. Cuesta que se amolde a lo que hay cuando se baja del camión. Porque la casa siguió andando sin él. Porque las necesidades cambiaron, las dinámicas también. Y de golpe somos cuatro otra vez, tratando de encontrarnos, de encajar todos en el mismo momento… aunque ya no seamos exactamente los mismos.
Cuando vuelve mi esposo, vuelve un poco la tranquilidad,la seguridad, pero también vuelve el caos. Uno nuevo. Uno distinto. Uno que también hay que aprender a llevar.
Cuando él vuelve hay que aprovechar cada segundo de este hermoso caos, antes de recibir esa llamada …esa llamada que nos vuelve a dividir.
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