Cuando todo parece bajo control...pasa esto

                          Creí tener todo bajo control.

Luego de un lunes complicado —donde casi se prende fuego el auto, donde tocó ir a la guardia con los dos niños ,una con mocos y tos desde hace un mes, y no le dieron ningún jarabe porque ahora “es normal” y no hay que medicar a menos que tenga fiebre... y el otro con un sarpullido que resultó ser ese bendito virus de boca, mano, pie—, llegamos al martes.

Ya martes, pensé que tenía todo bajo control. Tuvimos un día tranquilo. Si bien mi hijo estaba un poco molesto por las ampollas (más que nada las de los pies), fue un día llevadero. Vimos pelis, cociné lo que quería, repasamos cosas de la escuela, la niña también estaba tranquila, un buen baño y a la cama... Hasta ahí, creí que todo iba bien.

Hasta que llegó la noche.

Ya todos en la cama viendo la tercera peli del día, empiezo a notar que la niña tenía los cachetes rojos y uno que otro puntito en la zona de la boca. A las 2 de la mañana comenzó el show. Mi hijo es sonámbulo, así que hay noches en las que está muy activo: empezó a levantarse, hablar, sentarse en la cama... así un buen rato. La niña empezó con fiebre, algo que lamentablemente iba a pasar, ya que ese virus que agarró mi hijo es contagioso.

Luego de una madrugada muy activa, arrancamos el día. Ya es miércoles. Me despierto y lo primero que hago es revisar a los niños. Y ahí está: ese bendito virus saliendo a la luz en la niña. Su boquita llena de ampollas y un leve sarpullido en sus partes íntimas. Así que toca lo que yo llamo el segundo round. Cansada, con dolor de cabeza (para variar), con mucho sueño, toca ser ingeniosa para poder mantenerlos tranquilos y entretenidos. Lamentablemente, toca estar en casa unos 7 a 10 días, y como papá no está, no hay chances de poder ni siquiera salir a dar una vuelta en auto.

Acá estamos, intentando sobrellevar esto. Que si bien no es grave, es bastante tedioso cargar sola con dos niños enfermos e intentar mantenerme en contacto con mi esposo, que lleva viajando desde el lunes. Aunque, pensándolo bien, es mejor que esté fuera esta semana.

Tener hijos me ha enseñado que nada está bajo control. No hay que cantar victoria antes de tiempo. Con ellos nunca se sabe cómo te vas a levantar al día siguiente, sobre todo en invierno y con tantas pestes dando vueltas. Así que acá estoy, una vez más, poniendo a prueba mi nivel de paciencia, intentando tener todo bajo control y tratando de que todos reciban la misma cantidad de atención... incluyendo al que está viajando.

Solo puedo decir que m espera otra noche movidita...



Comentarios

Entradas populares